Odio doblar esquinas sin que tú estés a la vuelta.
Odio cuando callas tanto, cuando hablas tan alto, cuando mientes en mi oído.
Odio que sepas hacerme retorcer de dolor y felicidad al mismo tiempo.
Odio que seas tú y no otro, que no estés aquí ahora, que no quieras estarlo.
Odio cómo te haces de rogar sin saberlo. Odio regalarte mi tiempo solo cuando te dejas.
Odio que siempre le eches la culpa a un tal destino, que seas cobarde, ir a contracorriente.
Odio que las miradas se encuentren, que las manos tiemblen. Odio todos los lados izquierdos de las camas.
Odio que hayas sido tú el que me ha enseñado a reírme del mundo.
Odio cuando callas tanto, cuando hablas tan alto, cuando mientes en mi oído.
Odio que sepas hacerme retorcer de dolor y felicidad al mismo tiempo.
Odio que seas tú y no otro, que no estés aquí ahora, que no quieras estarlo.
Odio cómo te haces de rogar sin saberlo. Odio regalarte mi tiempo solo cuando te dejas.
Odio que siempre le eches la culpa a un tal destino, que seas cobarde, ir a contracorriente.
Odio que las miradas se encuentren, que las manos tiemblen. Odio todos los lados izquierdos de las camas.
Odio que hayas sido tú el que me ha enseñado a reírme del mundo.
Odio que seas tan jodidamente único